La alegría de dejar de pensar

El pensamiento es algo prácticamente continuo para nosotr@s. Pensamos en las tareas del día a día, en qué tenemos que hacer mañana, qué queremos conseguir, cómo solucionar algo… y hasta ahí bien, resulta adaptativo. El problema aparece cuando damos paso a algo que en psicología llamamos rumiaciones (nada tiene que ver con vacas, aunque metafóricamente se asemeje a su forma de comer). Con la rumiación damos entrada a pensamientos intrusivos y negativos que degeneran en un ovillo deshilachado que nos frustra. Algo que no trae consigo la rumiación es una solución.

Una de las demandas que nos encontramos en consulta suele ser esa “dejar de pensar”. Las rumiaciones nos generan un estado de bloqueo. Por un lado queremos y deseamos dejar de pensar y a la vez nos parece imposible dejar de hacerlo. No termina nunca, pensamos, pensamos, pensamos, pensamos, pensamos, pensamos, seguimos pensando… ¿resultado? desmotivación, ansiedad y depresión. Normalmente las rumiaciones no es algo que compartamos demasiado, las hacemos de forma interna, en soledad, por lo que también afecta a nuestras relaciones sociales. Seguro qué tenéis gente conocida que de repente desaparece del mapa y luego os cuenta que ha pasado mal momento. La rumiación en una palabra AGOTA.

Si eres buen o buena rumiante entenderás todo lo que he comentado. Esta es la parte fácil, la teoría. ¿Y la práctica? ¿Cómo dejo de pensar? ¿Qué hago con mis pensamientos intrusivos? Aquí te dejo ciertas reflexiones o sugerencias para al menos intentarlo.

  • Pablo me contaba en sesión que empezó controlando los pensamientos recitando las tablas de multiplicar. Genial! sigue haciéndolo le dije. Blanca se centra planificando el día siguiente y saliendo a correr. Sandra, cantaba sus pensamientos negativos con melodías de canciones divertidas y horteras y así sentía que los debilitaba (los cantaba con el chiki chiki, si, esa canción eurovisiva del Chiquilicuatre). De todas estas diferentes maneras terminaron controlando sus pensamientos y dejaron de ser sus pensamientos quienes les controlaban.  ¿Cómo has conseguido parar los pensamientos en otras ocasiones? ¿Qué te ha ayudado? ¿Quizá distrayéndote con las cosas qué te gustan o haciendo algo diferente?. Recupera el poder sobre ti mism@.
  • Otra sugerencia es vivir aquí y ahora… ¿Qué fácil no? No lo es, pero tampoco es imposible, requiere un pequeño esfuerzo de concentración. Nuestros pensamientos se pierden en el pasado, (lo que pasó) y el futuro (lo qué será), ¿Hay algo que dependa de tí? bien, el resto no podemos controlarlo. Algo que puede ayudarnos es sentir el momento presente tal y cómo es. Cuando hablo de sentir es poner todos los sentidos en ello,  prestando la máxima atención posible en lo que vemos, oímos, tocamos, saboreamos…esto nos ayuda a relativizar el problema.
  • Si tu maldita rumiación tiene que ver con una decisión que tienes que tomar,  ponte una fecha límite a corto plazo. Decidir de forma rápida no tiene porqué ser algo negativo. Lo nocivo es alargar una decisión en el tiempo.
  • ¿Te machaca algo que quieres conseguir y no sabes por dónde empezar? Si la meta es muy grande podemos abrumarnos. Quizá te ayude poner objetivos más pequeños, concretos y alcanzables. ¿Por dónde empezarías? ¿Qué es lo primero que puedes hacer? Si es necesario escríbelo y/o ponte post it a la vista!
  • “La media hora rumiatoria”  Dedica todos los días a rumiar tus ideas media hora, establece un horario fijo (preferiblemente no de noche) y ponte una alarma. Durante esa media hora, escribe todas tus ideas negativas en un cuaderno, si se te terminan, no importa, sigue sentado/a hasta que pasen lo 30 min previstos. Si durante el día te aparecen ideas negativas, posponlas a esa media hora.  ¿Qué efecto tiene en tí?

RECUPERA EL CONTROL SOBRE TÍ… Y PIENSA… RUMIACIONES NO VAIS A PODER CONMIGO ¡ESTAMOS EN GUERRA!